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Artículo publicado en la revista Universo Holístico. Nº 58,  pág. 10. Marzo 2013.

Un buen Reflexoterapeuta Integral es aquel que trabaja día a día para desarrollar su consciencia y logra una gran capacidad de comprensión, sensibilidad, concentración y empatía hacia la persona que tiene ante él.

Es el que adquiere la capacidad de ser comprensivo y compasivo y por lo tanto, tolerante con los problemas, los bloqueos, las dificultades y las resistencias de otras personas. Es el que nunca juzgará por nada, a la persona tratada.

En definitiva, un buen Reflexoterapeuta Integral tendrá en su haber, un profundo trabajo de autoconocimiento y autoayuda. Con estas premisas, dedicarse a conocer y a ayudar a otros, le resultará sencillo y gratificante.

¿Qué hace la Reflexoterapia Podal Integral?

Aún sabiendo que la Reflexoterapia Podal es una técnica refleja que desbloquea los órganos y sus funciones, es importante saber que lo que permitirá que ésta Técnica se convierta en el Arte de hacer un Tratamiento Integral, será la capacidad del terapeuta para desarrollar unas Habilidades Superiores.

Aunque los pies son la base más importante de esta técnica,  no lo son sólo porque en ellos se refleja el organismo completo, sino también porque es la parte del cuerpo que tiene más de 7000 terminaciones nerviosas y porque en ellos, comienzan y terminan la mitad de los principales meridianos de acupuntura, porque son los que nos enraízan con la energía telúrica, haciendo de ellos unos perfectos catalizadores energéticos desde los que se moviliza fácilmente el inconsciente,  y se elaboran las emociones, logrando con todo ello que la Reflexología sea una Terapia muy efectiva.

Un tratamiento con Reflexoterapia Podal Integral, puede ayudar al paciente a conectar con su realidad, incidiendo en toda la fisiología y poniendo en funcionamiento todo el sistema electromagnético, también tiene una capacidad de relajación muy superior a cualquier otra técnica táctil, por este motivo, es fácil que el paciente se haga muy consciente de los  procesos y pierda el automatismo.

Desarrollando las Habilidades Superiores

Con los nuevos medios de comunicación, es muy fácil encontrar información ilimitada sobre la Reflexología Podal y sobre cualquier otra terapia. Puedes encontrar teorías, libros, videos, cursos on-line, foros, etc. Incluso hay quien va más allá y no sólo se informa sino que también se “prepara como terapeuta” con estos medios.

Desde mi punto de vista como reflexóloga, terapeuta y como formadora profesional, considero que estos medios son una gran base de información y una buena manera de acercarse a las diferentes terapias y son un complemento a la formación profesional, pero creo que en ningún caso remplazan la formación presencial. Ya que la práctica y el aprendizaje, al igual que la terapia nunca serán comparables si se está recibiendo directamente de la mano de un experto en la materia, esta preparación y conocimiento es  esencial para que un buen reflexoterapeuta desarrolle las Habilidades Superiores que diferencian a un Reflexólogo de un Reflexoterapeuta Podal Integral.

Algunas de esas Habilidades Superiores ya las señalaba, muchos años atrás, el psicopedagogo, psicólogo y  psiquiatra Carl Rogers, que hablaba de tres actitudes consideradas como fundamentales en cualquier Terapia Humanista: Empatía, Aceptación Incondicional y Autenticidad. Estas tres cualidades son imprescindibles para acercarse al paciente, escucharle, entenderle, apoyarle, cuidarle, y así poder ayudarle en su proceso.

Si a la relación Terapeuta-Paciente le añadimos la Escucha Activa, estaremos potenciando considerablemente estas tres actitudes.

La Escucha Activa es saber escuchar al paciente sin obstáculos en la terapia, es decir, sin juzgarle, sin interrumpirle de manera innecesaria, sin estar distraído por preocupaciones propias, sin mostrar emociones como enfado, ansiedad o frustración frente a los comentarios del paciente, sin formular hipótesis con los datos que nos da.

Un terapeuta debe respetar los temas que son importantes para el paciente y no  debe realizar interpretaciones u ofrecer sugerencias de forma prematura, ni imponer respuestas para posibles problemas.

Para lograr esto, es fundamental escuchar, ya que facilita que el paciente hable sobre sí mismo y sus problemas, y se sienta con la tranquilidad para comunicar información relevante. Saber escuchar, también  aumenta las probabilidades de comprenderle mejor  y potencia la relación terapéutica con el fin de generar en él la suficiente confianza como para animarle a ser más responsable de su proceso de cambio y que vea en el terapeuta a un experto y a la vez, a un gran colaborador. De esta forma, es muy  probable que la intervención terapéutica tenga éxito.

También es importante hacerle saber al paciente que está siendo escuchado activamente mediante respuestas verbales de distinto tipo y congruentes con lo que él esta manifestado. Entre las respuestas, hay varias que se pueden mostrar durante el tratamiento, tales como mirada amigable, asentimientos de cabeza, inclinación y orientación corporal hacia él, expresión facial de interés y comentarios del tipo “ya veo”, “sí”, “entiendo”, “uhm”, “continúe, le escucho.

No escuchar de manera real, consciente y  activa al paciente, es un grave error, ya que no se sentirá comprendido, y el terapeuta, puede estar satisfaciendo sus propias necesidades y no las de la persona tratada.

Desarrollar una Escucha Activa terapéutica con el paciente implica: 

– Recibir el mensaje. Esto significa, atención plena e interés por el mismo en los diferentes aspectos del paciente.

Comunicación no verbal y vocal.  Percibir en el paciente su apariencia, las expresiones faciales, la mirada, la postura, los gestos, la voz, la entonación, el volumen, etc.

Comunicación verbal. Darse cuenta de  lo que dice el paciente y en qué momento lo dice, lo que dice implícitamente, las emociones explícitas o implícitas, y también lo que no dice: temas que evita, personas importantes que no menciona, así como los temas recurrentes y las contradicciones en que incurre.

Conclusión 

Todo lo expuesto, forma un conjunto de conocimientos y actitudes que son considerados como fundamentales en cualquier Terapia Humanista y que por supuesto, están contenidas en los tratamientos de Reflexoterapia Podal Integral con el fin de movilizar la energía del paciente, su parte sensible, sus sentimientos y sus emociones, reflejadas en forma de alegrías, frustraciones, etc.

Desarrollar las Habilidades Superiores y llegar a conocer realmente las reacciones del paciente y llevar a cabo un tratamiento con los componentes aquí expuestos, difícilmente se puede aprender, y mucho menos aplicar con conocimientos aprendidos a través de un libro, ni de Internet.

Ser Conscientes de uno mismo como Terapeuta es un compromiso que un buen terapeuta Integral debe de asumir, para desarrollar su consciencia y logra una gran capacidad de comprensión, sensibilidad, concentración y empatía hacia la persona que tiene ante él.

Con grandes conocimientos y un grado considerable de consciencia, el terapeuta tendrá la habilidad de lograr que el paciente conecte con el aquí y el ahora, de que alcance un grado muy profundo de relajación y llegue progresivamente a darse cuenta de lo que pasa en su interior. Aprenderá  qué quiere o necesita internamente y dejará de hacer cosas en automático.

Ser Reflexólogo Profesional es una gran Responsabilidad. Requiere, de la persona que decida escoger esta bonita profesión, una profunda decisión y una sólida formación que le lleve a ser  un Terapeuta Integral.  

Es importante que tenga una formación teórico-técnica ya que desde este conocimiento; entenderá las molestias y enfermedades físicas del paciente, también es necesario que conozca la anatomía y la fisiología humana, la teoría de las zonas reflejas, la localización de los puntos reflejos del pie, las diferentes técnicas de la reflexoterapia, etc.

A nivel personal, debe tener una manos bien cuidadas, con las uñas cortas y bien limadas, los dedos libres de asperezas y cortes. Debe saber cómo sentarse, cómo enraizarse con los pies bien pegados al suelo, cómo mantenerse sentado con la pelvis basculada para evitar tensiones en la espalda, dolores y fatiga, cómo mantener los hombros relajados para que sus manos no trasmitan tensiones al paciente, cómo mantener en el contacto una sujeción firme a la vez que suave en los pies del paciente para que el “toque” sea agradable.

Lo que he mencionado anteriormente, probablemente muchos piensen que se puede aprender a través de tutoriales, libros, revistas, etc. Sin embargo, lo que no se puede aprender a través de estos medios es la Responsabilidad del Terapeuta.

El Terapeuta debe ser consciente de cómo puede llegar a influir en la vida de una persona desde La Reflexoterapia Podal Integral y su capacidad de ver al Ser Humano como a un Todo, y  no sólo de manera física. Es importante que tenga muchos conocimientos de la terapia y que estos estén acompañados de un conjunto de herramientas auto personales que le hagan poder llegar a la parte mental, emocional, energética y espiritual de la persona que esté tratando.

Como terapeuta y docente con muchos años de experiencia en mi haber, transmito a mis alumnos la teoría, acompañada de la práctica terapéutica que aplico en mi consulta y les hago llegar todos mis conocimientos adquiridos en diversas formaciones.

Les enseño que una postura física no es solamente una forma de sentarse, es una forma de mantener conectada la mente, las emociones, el corazón y las manos. Es dejar  que éstas abracen el alma y perciban las necesidades de la persona que tengo delante y que estoy tocando.

Estoy firmemente convencida que la única manera de llegar a este profundo proceso, sólo puede ocurrir cuando has vivido, sentido y experimentado la Reflexoterapia Podal Integral, por eso siempre que tengo la oportunidad invito a la persona que quiera ser terapeuta a que ejerza primero de paciente.

En otras profesiones esto es imprescindible, como por ejemplo si te formas como Psicoanalista o como Terapeuta Gestáltico ya que, si no conoces el proceso y no lo has experimentado en primera persona, es imposible ponerse en los zapatos del paciente, saber cómo puede sentir, pensar, notar, sufrir y mejorar con la terapia, logrando a la vez  mantenerse en la propia identidad para ayudarle con lo que necesite.

Siempre me gusta recalcar que tocar los pies de una persona es tocarle el alma. Y si un paciente nos deja “tocarle el alma” como terapeutas, tenemos que respetarle, ayudarle, protegerle, guiarle y acompañarle en ese proceso que, en muchas ocasiones, no será un proceso fácil para él y si el terapeuta no está preparado, no podrá ayudarle.

Isabel Pérez Broncano.

Reflexóloga – Autora del libro Reflexología Integral.

Directora de Ranvvai Escuela de Reflexologías y Centro de Terapias Naturales.

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