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Nuestro Idioma es producto de un proceso de decantación e intercambio de miles de años. El latín, lengua que se hablaba en el Imperio Romano, se impuso como instrumento de comunicación en los territorios ocupados por ellos. Con el paso del tiempo, el latín y los idiomas de cada región dieron origen a las llamadas lenguas romances: castellano, francés, italiano, portugués, rumano, catalán, gallego. Los árabes, que estuvieron durante casi ocho siglos en la Península Ibérica, dieron un aporte decisivo a la conformación de nuestro idioma actual. De hecho una gran cantidad de palabras que usamos cotidianamente son de origen árabe: almohada, albañil, almacén, naranja, alcalde, sofá, almanaque, alfombra, alcohol, tarifa y muchas más. Durante el descubrimiento y la conquista, las lenguas amerindias hicieron aportes valiosos al idioma: chocolate, butaca, canoa, tomate, cacique, colibrí, aguacate, tiza, papa, huracán, entre otras.
Como se puede ver los idiomas no son estáticos, sino que están en constante crecimiento y se alimentan unos con otros. Conocer el idioma, hablarlo con orgullo y aumentar nuestro vocabulario son maneras de conservar las tradiciones culturales de nuestros pueblos.

Curiosidades literarias

El visir al-Sahib ibn Abbad Abd al-Qasim Ismael tenía 117.000 volúmenes que siempre transportaba en 400 camellos adiestrados para caminar en orden alfabético.

El código más antiguo sobre buena educación es el “Papiro de Prisse”, que según los historiadores data del Imperio Antiguo Egipcio, alrededor de 2500 a.C. Contiene un conjunto de normas para los más jóvenes y sugiere entre otras muchas prescripciones que en compañía de un superior, uno se ría cuando se ría éste.

El poeta aleman del siglo XVIII Gottlob Burmann, sufría una fobia de descomunal magnitud contra la letra R. El alemán no sólo compuso 130 poemas sin la letra R, sino que además llegó a suprimir este vibrante fonema de su habla cotidiana durante más de 15 años. Esta sorprendente actitud implica que el excéntrico poeta debió pasarse casi dos décadas sin pronunciar su propio apellido.

El record de ventas lo tiene la Biblia: más de 2500 millones de ejemplares vendidos. El libro que estuvo muy cerca de pasarlo fue uno de la escocesa Joanne Rowling: “Harry Potter y El Cáliz de Fuego”. Se califica cómo el más vendido después del primero.

Alejandro Dumas, autor de “Los Tres Mosqueteros”, se había encariñado con Potros, uno de los personajes, a tal punto que lloró cuando tuvo que escribir su muerte.

Se estima que dentro de 25 años habrá doscientos millones de libros distintos en el mundo. La biblioteca que podría albergarlos necesitaría unos ocho mil kilómetros de estanterías.

Las imprentas del mundo sacan un libro nuevo cada medio minuto, ciento veinte cada hora, dos mil ochocientos al día y ochenta y seis mil al mes. La biblioteca que pretenda almacenar un sólo ejemplar de la producción editorial del mundo, necesitaría 26 kilómetros de estanterías anuales.

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