Artículo publicado en la revista Espacio Humano. Nº 165, pág. 38. Julio/Agosto 2012.
“El cuerpo sigue al inconsciente como si de su propia sombra se tratase. Por eso, tenemos que saber que cuando sacamos a la luz nuestro inconsciente, estamos depurando y cuidamos nuestro cuerpo y cuando desbloqueamos y reparamos nuestro cuerpo, estamos haciendo eso mismo con nuestra mente inconsciente”
Para algunas personas, la enfermedad, aparentemente no supone un problema. Sin embargo, ocurre a veces que algo en la vida, les hace replantearse ésta como un peligro y se deciden a revisar su vida y su enfermedad. Puede que la vean como un peligro para otro, como en el caso de que quiera concebir un hijo y ser madre o padre, o en el caso de que decida tener pareja.
Aunque hayan estado medicándose muchos años o, soportando estoicamente una enfermedad, aunque a veces ésta, sea en las vidas de las personas que las padecen, su compañera de camino, hay ciertas “circunstancias”, que les puede hacer cambiar de idea, de actitud y, de forma de tratar la enfermedad
Ese era el caso de María, una persona, que se había acostumbrado desde adolescente a vivir con una enfermedad y con un tratamiento para ésta. A ella, aparentemente no le suponía ningún problema, desde los 16 años había convivido con ella y, nunca se había planteado que el tratamiento médico consistente en tomar corticoides, fuese un peligro. Cuando comienza a pensar en la posibilidad de ser mamá, todos los miedos inconscientes comienzan a dar la cara y decide venir a verme para buscar ayuda por una vía menos tradicional que la que acostumbra a seguir.
Esto es algo que tal vez no se hubiera planteado nunca pensando solamente en ella misma, sin embargo ahora, le comienza a obsesionar que los corticoides que toma sean poco convenientes para un embarazo. Está preocupada por cómo puede afectar al feto la medicación y, todavía más, por la posibilidad de que éste herede la enfermedad.
Como suelo señalar en repetidas ocasiones, cuando la enfermedad aparece en el cuerpo físico, anteriormente ya se hallaba instalada en otros niveles más sutiles en los que el enfermo no la reconoció. Una manifestación física suele estar vinculada a un trauma, disgusto, miedo, o emoción más o menos grande y más o menos inconsciente.
Desde esta perspectiva, comenzamos a revisar su biografía y pudo reconocer que la artritis reumatoide, más que por la genética, se había desencadenado por un shock traumático. Una dramática experiencia ocurrida en la infancia, le había hecho ser miedosa y buscar defensa en seres muy cercanos en los que podía confiar, pero al no enfrentarse con su drama y ocultárselo a todo el mundo por sentirse culpable, no desarrolló la capacidad de defenderse de forma equilibrada y poco a poco, “la culpa le impuso el castigo”. Como efecto rebote, su inconsciente creó una defensa desproporcionada, al igual que lo hacía su sistema autoinmune: atacando a las células sanas como si fueran enemigas.
El nombre de una enfermedad no define lo que a cada ser humano le está pasando y cómo lo vive. Ponerle nombre y apellidos a la enfermedad y tratar igual a todos aquellos diagnosticados de una enfermedad determinada, es querer tener bajo control lo imposible. Es semejante a intentar ponerle puertas al campo.
Mi intención es señalar cómo un trauma puede generar un desarreglo en el sistema inmunológico que desemboca en una enfermedad propia de este sistema. Una enfermedad a la que la medicina alopática considera “incurable”, es decir, que quien la padece debe de asumir que estará enfermo toda la vida.
Mi papel en este proceso, es el de terapeuta que guía al paciente a reconocer el significado de su enfermedad y, a adquirir, un nivel de consciencia que le permita ser parte del tratamiento. Trato de hacerle ver que el organismo, igual que se enferma, se sana, y que si buscamos lo que le ha llevado a ese estado: viejos traumas, miedos, intolerancias, pensamientos negativos etc., podemos tratarlo para revertir el proceso y hacerle ver que los recursos están dentro de nosotros y nos dan las claves, para incluso habiendo pasado por una experiencia traumática, poder decidir cómo nos afecta, ya que nada ni nadie, tienen la capacidad de hacernos Felices ni Desgraciados sin nuestro consentimiento.
Los Tratamientos con Reflexoterapia Podal Integral, actúan desde el interior, removiendo las capas más profundas de los problemas, llevando al enfermo a responsabilizarse de su proceso de enfermedad y darse cuenta de lo que le disgusta, altera, paraliza, etc. Le conduce a recuperar las riendas de su Vida y de su Salud. A hacerse consciente de dónde están sus debilidades mentales, emocionales, energéticas y espirituales, haciéndoles considerar sus puntos vulnerables y sus tendencias negativas. Motivándoles a reforzar su potencial y a desarrollar sus habilidades, tanto creativas, afectivas, como energéticas, a reconocer sus fortalezas y, en definitiva, a poner en marcha su capacidad de Autoaceptación, Autoprotección y Autosanación.
El Terapeuta desarrolla su trabajo desde la concentración, la toma de conciencia de su postura física, mental, emocional, energética y espiritual. Es importante que él sea consciente de todo esto en él, y después, desarrolle un desapego grande para captar la información que el paciente le da, tanto verbal como no verbal.
Las Técnicas a aplicar dependerán en cada caso de lo que haya que tratar, siendo común utilizar junto con la Reflexología, la Psicoanalogía para hacer entender a la persona tratada que no es lo mismo tener acidez, o ardor en el estómago. Lo primero tiene que ver con el elemento madera y la tolerancia o la impaciencia mientras que el ardor, se relaciona con el fuego y la creatividad o el aburrimiento. Para ello nos apoyamos en una de las herramientas fundamentales que apoyan los tratamientos: la Ley de los Cinco Elementos, técnica que nos muestra que hay que llegar a encontrar el equilibrio, ya que el exceso o el defecto es algo que desestabiliza. Los cinco elementos se reequilibran con la Reflexoterapia y a su vez, estos estabilizan todos los órganos y meridianos.
Estamos en una época de Reconexión con la Naturaleza, con la Madre Tierra que es la polaridad que canalizamos a través de nuestros pies. Debemos saber que los pies son una réplica de todo el organismo, un microcosmos de todo el gran cosmos que es el cuerpo humano. La Reflexología nos reconcilia con ellos y les hace recobrar su importancia, La Reflexoterapia Podal Integral, ofrece la posibilidad de llegar a la profundidad del problema de las personas tratadas y darles la oportunidad de crecer desde sus síntomas y sus padecimientos para que dándose cuenta de lo que falla, puedan sanarse finalmente.
Es importante recordar que el sistema inmunológico es el encargado de patrullar por la noche, de estar especialmente activo, para destruir aquellos agentes nocivos que se han ido acumulando en nuestro cuerpo y que son los responsables de que nuestros niveles de relajación, energía, vitalidad, claridad mental y bienestar, se resientan. Con frecuencia olvidamos, que si las emociones vividas nos preocupan, nos pueden quitan el sueño y, que durante el sueño, el sistema inmunitario nos defiende frente a las bacterias, virus y otros agentes patógenos. Él, es el guardián que nos protege de todas las agresiones que proceden del exterior, el que pone freno a las infecciones que tratan de atacar a nuestro organismo.
La neurociencia ha desarrollado investigaciones en las últimas décadas que revelan que, tanto el sistema inmune como el endocrino, se ven profundamente afectados por los estados emocionales y que a su vez, estos sistemas, pueden cambiar el estado emocional.
Cuando un problema aparece en el cuerpo, antes ha estado en los niveles más sutiles aunque, normalmente, no lo percibamos.
Isabel Pérez Broncano.
Reflexóloga – Autora del libro Reflexología Integral.
Directora de Ranvvai Escuela de Reflexologías y Centro de Terapias Naturales.